domingo, 19 de diciembre de 2010

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Alex voló un invierno. Se marchó machacado por el frío y con el corazón amoratado. Diríase que tomó una decisión precipitada, pero llevaba tanto tiempo sabiendo que de un momento a otro necesitaría desprenderse de las ataduras que, al llegar la sentencia, ningunx de nosotrxs se alarmó demasiado. Ni siquiera pareció sorprender a Carlota, la canija, que con sus entonces ocho años encajaba los golpes con más valentía que su madre y con menos orgullo que su padre.
El otro día, fui a buscarla a la salida del colegio a petición de su madre, que me contó que des de hacía muchos días preguntaba por mí. Se puso muy contenta al verme y yo también de verla a ella, y entonces me sentí culpable por no haberle dedicado más tardes de merienda y más mañanas de domingo.
Aquella tarde la ayudé con los deberes y después me ofreció un particular concierto de música clásica, preguntando tímidamente primero si me apetecía escucharla. Acepté sonriéndole y la observé con ternura mientras colocaba el violín bajo su barbilla de niña. Las notas afligidas empezaron a sonar y a mezclarse en mis entrañas, entrediciendo salvajes certezas, vibrantes pasiones,  crudas evocaciones a la vida vivida.

La pequeña cerraba los ojos moviendo el arco con convicción sobre las cuerdas, tan sensata e impulsiva como su hermano. La música me mecía en su melodía perenne e inquebrantable, segura, limpia y sincera como las tardes de sol, de sal y de risas. Pegadiza como la arena entre los dedos y sabrosa como los labios impregnados de sal en verano.

De pronto, la música se calló y los vidriosos ojos de Carlota se chocaron llanamente con los míos.

"No ploris, tonta"

3 comentarios:

  1. hermoso.

    necesito conversar contigo.

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  2. Genial :)

    Visita Tambien: http://psicbelial.blogspot.com/

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  3. La pell de gallina..

    (Feia molt que no et llegia, ovelleta, i no recordava quant m'agrada (: )

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Hola. Queria saber si querría participar en un simulacro de violencia entre peces.