viernes, 21 de agosto de 2015

Babalà.

A través d’aquesta densa i dèbil massa de carn, de músculs i d’òrgans, hi bull la sang i hi bombeja del cim als peus. Sembla impossible complir amb el poètic coronament del desamor dels cors trencats i de les cançons escrites per magrejar-ne els pedaços de dolor.

Més aviat, l’aflicció i l’angoixa es concentren a l’estómac i, quan sento de nou el desencant, el visualitzo com una mena de pa moll i calent, una bola feixuga disposada entre les costelles estratègicament col·locada just a la boca de l’òrgan per tal de no deixar-te assaborir ni una engruna.

La incertesa roba la son i fa malviure en una intranquil·litat diària i, a les nits, el cap funciona a mil per hora, reconvertit en un camp de batalla on s’hi lluita una guerra permanent, on els sentiments retrobats i els contraris toquen melodies diferents, tots alhora, i el soroll es fa insofrible.

No em refereixo a res carnal, sinó a alguna cosa més espiritual i perillosa. Allò que denominen una crisis de fe. Un terratrèmol en allò en el que sempre hem cregut.

Potser la solució sigui defugir de la contaminació ambiental i buscar de nou – amb menys autoexigència - el temps i el mètode per recol·locar aquest cúmul de pensaments i sentiments que no sé entendre. 

Recuperar-nos en l'amor, l'odi i la ràbia.

(I que de tant en tant, la justícia doni alguna senyal de no estar morta i enterrada.)

lunes, 16 de febrero de 2015

Invent(ari)o


La tristeza, los golpes, los insultos, el fuego, la anorexia, el cáncer, los accidentes, las enfermedades, el desprecio, los atropellos, los ictus, los suicidios, el alcoholismo, las adicciones, la depresión, la ansiedad, la paranoia, los desahucios, las negligencias, el bulling, los tarros de pastillas, los pederastas, la bulimia, los lavados de estómago, los vómitos, el adolonta, la morfina, las vías del tren, la homofóbia, los psiquiátricos, los tranquilizantes, el diacepan, la sobredosis, los reproches, las obsesiones, los gritos, los llantos, el orgullo, el miedo, la culpa, las operaciones, el terror, el maltrato, la ludopatía, los déficits de vitaminas, la silla de ruedas, el internamiento, los hospitales, la muerte.

La vida.

martes, 27 de enero de 2015

L A C U E V A



1


Mis cajas de pandora estan llenas de tinta,

palabras y desfiguraciones.


Siete volúmenes en DIN-A5,
más tropecientas notas desperdigadas por las paredes
y por los cajones de esta cueva.


La habito y la conozco palmo a palmo.
Aquí me cobijo, y en mi divergencia mental puedo regocijarme,
y crear fantasmas que me alivian.


Hubo un tiempo en que probé las veneradas corrientes de la normalidad
y avorrecí su religión y la de quienes los practican.
¿Es que a caso no se dan cuenta 
de que tanta arrogancia limita?


"Escribe con la mano derecha decían
dibuja con la derecha,
inventa con la derecha,
puntua con la derecha."


Y desechaban lo que no les servía,
y despreciaban a quienes no les servían,
y el chico cumplía con las cuartillas de caligrafía,
siguiendo las pautas, mientras le fabricaron la jaula dentro.






2

Tornadiza e inestable, la jaula desaparecía en la cueva
y la criatura revoloteaba salvaje.
Tenía las paredes rojas, fucsias y pistacho 
y una única ventana orientada al Norte.
Allí nacía un gran árbol donde cantaban los pajarillos.


Luego 
con el bullicio del mundo,
los barrotes volvían, 
y la batalla le consumía hasta volverle loco.


Se arranca las plumas, 
se muerde las patas,
garabatea las páginas 
destroza el cuaderno. 


Ahí radica el tesoro
que nadie más puede ver:
Lejos del bullicio del mundo
cuando la jaula desaparece en la cueva.



3

Nadie les pidió que asisitieran al juicio,
pero allí estaban preparados para sentenciarle.
Cuchillos y colmillos afilados,
ninguno desaprovechó la ocasión de condenarle.


"Escribió con la mano derecha
dibujó con la derecha,
inventó con la derecha,
y puntuó con la derecha."


Así lo estimaron ellos,
así lo dictaminaron ellas,

y así lo propagó la prensa. 


viernes, 23 de enero de 2015

RECAPITUL A N D O

Nos sentíamos viento y pretendíamos volar para siempre. A pesar de que la realidad nos jodiera los planes, el gusto por el planeo y el despegue provenían casi des de las entrañas. Como algo intrínseco y sincero sentíamos la sangre hirviéndonos en las venas, y los tragos que nos servía el momento eran intensos, apasionantes como tantas primeras veces. Creo que era una mezcla de rabia y adrenalina. Por eso hacíamos las cosas como las hacíamos, porque en nuestro interior se mezclaba la intensidad emocional y eso racionalizaba más aún lo racional, y nuestra finalidad justificaba todo aquello en lo que creíamos, que en ojos ajenos no era justificable.

Nos asaltaban frases en la cabeza y a medianoche asaltábamos paredes. Otros asaltaban actos privados, trenes o edificios públicos. Entre nuestros modos de lucha había lugar para la poesía, la música y el teatro. En realidad, cada movimiento nuestro estaba plagado de A R T E. De amor por lo dicho, de pasión por las palabras que bombardeaban las ciudades y los periódicos de la prensa alternativa.

En esos momentos, sentía intensa la vida y me reafirmaba en la lucha. Pocas veces me han sorprendido tanto mis piernas como corriendo por las veredas con el estómago en la boca y el bote de pintura en los manos. Pocas veces me palpitó tanto el corazón como después de leer aquel artículo sobre la tortura de los ideales, como después de acabar aquel libro que me describió la realidad con la misma rabia que yo siento o después de escuchar aquella canción que al llenar mis oídos, llenó mi alma. Me enamoré por primera vez de aquel escritor uruguayo al que tanto adoro escuchar (y leer) des de la lejanía y des del anonimato, y vi películas que me hicieron odiar y amar a partes iguales.

No había lugar para nada más que el presente. El sol brillaba aquella mañana y el tiempo parecía haberse detenido para darnos tregua en la batalla. Mi ventana estaba llena de azul intenso y los pájaros cantaban   L I B R E S. Ákrata, tan bonita como siempre, se encontraba abajo, acomodada en la acera que rodea la casa. La observé des de las alturas y por un momento, ante esta situación rutinaria, me sentí agradecida y dichosa.





De un soplo de brisa, las pesadillas se marcharon por la ventana.

- m a y o 2 0 1 4-