domingo, 17 de agosto de 2008

3

Y no supo que decir. La miró y se le puso a bombear muy rápido el corazón. Ella lo apretaba demasiado fuerte con las dos manos contra el pecho y le decía que no brincara tanto, que no podía irse por capricho con cualquiera. Pero le prostituyó a cambio de nada, de cuatro versos mal escritos.

Enamorhada del triste y abatido cantar de los grillos, con el insistente cri-cri oculto tras las hiervas de los primeros brotes empapados de abril, de agua para la sequía. Otra vez el mismo olor a tierra mojada, humedad que sirve para engrasar los huesos. Otro domingo para ver menos fría la semana. Chubasqueros que se reparten las gotas a partes iguales y botas de plástico para pisar los charcos. La lluvia se lleva el aire cargado, las palabras adocenadas y trae más tarde la tranquilidad y calma.

Porque incluso en los corazones más contaminados, entran soplos de aire fresco

jueves, 7 de agosto de 2008

2

Una vez enzarzadas las pequeñas gotas de lluvia, acabará por reventarme el corazón en mil pedazos.

Y al llegar al suelo, parecen ser los trocitos de quimera los que rasgan las pestañas de las aceras, erosionando la calle, llevándose los vestigios hasta la alcantarilla más cercana.

Allí mismo donde se pudren todos los sueños.

martes, 5 de agosto de 2008

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Te vomitaría en la cara mi verborrea de palabras, que hoy son muchas y están afiladas como cuchillos.

En el fondo no soporto la idea de hacerte daño.