Vuestros cuerpos perfectos eliminan cada uno de los signos distintivos que nos convertían en únicxs y diferentes. Nos agreden, nos enferman, nos convierten en entes sin personalidad y sin autoestima. Nos obsesionan, nos anulan, nos transforman en fotocopias. Nos hunden, nos torturan, nos invaden y nos caducan como personas capaces de libre-pensar y libre-actuar, promueven el autorrechazo y las enfermedades físicas y psíquicas.
Pero ya basta, a nuestros cuerpos y a nuestras mentes no se les elimina, ni se les comercia, ni se les liquida, ni se les aliena, ni se les perturba, ni se les agrede, ni se les enferma, ni se les obsesiona, ni se les domina. Nuestras mentes no se anulan, ni se cancelan, ni se suprimen, ni se borran, ni se reducen, ni se inhabilitan, ni se rompen, ni se quebrantan, ni se desautorizan, ni se disuelven, ni se ahogan, ni se extirpan.